domingo, 15 de agosto de 2010

PIRINEOS: NOS VAMOS DE EXCURSIÓN




Llevaba tiempo con ganas de montaña, y con la excusa de la preparación para el próximo objetivo de Botamargues, decidimos hacer una excursión familiar a los Pirineos.
Con las pautas marcadas por Paco, nos plantamos en Benasque, Borja, Carlos, el Sr Manolo y yo para tratar de ascender al monte Perdiguero de 3221 metros.
Tras 7 horas de carretera y una merecida comida en Arnaldet, iniciamos la aproximación al refugio de Estós durante un par de horas donde pudimos deleitarnos con los bellos paisajes que nos acompañaban a paralelos al río Ésera a través de la conocida Cabaña del Turmo famosa gracias a Celtas Cortos. Tras llegar al refugio (1.835 m.), paseo por la zona, baño en el río cena y a dormir con 20 personas mas en la habitación.
El día siguiente amanecía y a las 7:30 ya estábamos en marcha para tratar de hacer cumbre en unas 4 horas y cuarto y descender después por el valle de Lliterola. Tras escuchar los consejos del guardia del refugio y sin prestarle mucha atención cuando nos advirtió de la dureza del itinerario (la subida mas complicada de las tres posibles) partimos con nuestro “equipaje” a la aventura. Llevábamos 40 minutos cuando advertí de la existencia del “hito” (montoncito de piedras que marcan caminos en la montaña) que el guarda nos había indicado; una pequeña discusión y la idea de que el guarda estaba un tanto tronao, nos llevó al mismo punto tras dos horas de caminata extra que posteriormente pagaríamos.
Una vez retornados al hito iniciamos las verdaderas rampas entre un frondoso bosque de pinos que nos ascendió hasta el último collado con vegetación y que a su vez nos encaró con un tremendo pedregal de rocas graníticas. Continuamos la ascensión a través del pedregal y a medida que encarábamos una rampa y la sobrepasábamos, aparecía otra sin ver ni siquiera el pico del Perdiguero.
Aquí empezamos a darnos cuenta de varias cosas; por una parte nos faltaba entrenamiento, por otra no teníamos planos adecuados y si a eso le añadimos las dos horas extra, nos encontramos con que una vez llegado al Collado Obago y algo extenuados tras 5 horas y media, todavía quedaban 2 largas horas de pedregal hasta la cumbre. Por ello y sin más discusión decidimos comenzar a bajar a través de la laguna de Lliterola donde disfrutamos entre los neveros, e incluso los mas jóvenes se atrevieron a pegarse un bañito a mas de 2.500 metros en la laguna con agua del glaciar. Paramos a comer y continuamos un eterno pero bonito descenso entre pedregales, ríos, paisajes desérticos y por último bosques de nuevo para tras 8h:45 (7:45 andando) llegar al coche.
De ahí al hotel, bañito en el jacuzzi, ducha, paseo por el precioso Benasque (aún me acuerdo de cuando estuvimos hace 25 años aproximadamente y subía al monte arrastrado de la mano por mi padre) y mantecote de carne para cenar. Solo nos quedaba descansar y de vuelta al día siguiente.
Como conclusión: ha sido una experiencia superchula que espero poder repetir pero esta vez me encargaré de adecuar los entrenos al respecto y estudiar con mayor interés las rutas porque no se puede subestimar a la montaña.
De cara a mi preparación creo que me ha venido muy bien e incluso el final pude hacerlo trotando y ayer ya estaba corriendo de nuevo por el Maigmó. Que ganas tengo de que llegue Botamargues y otro viajecito de este tipo!!

2 comentarios:

Ester dijo...

Estais muy locos...No sabíalo que lo de la Cabaña de Turno era por eso!

Naxet dijo...

No sabia q la montaña tambien me iba a enganxar (como no, por otra parte..); por eso ya hay planes de futuro a este respecto;
en cuanto a los celtas cortos...la verdad es q no los veo subiendo con las guitarras y todo eso..